¿Cómo diferenciar un comportamiento inadecuado de una crisis emocional?
Por: María Paz Pacheco, Psicóloga Centro Amún

Cuando los adultos presenciamos cierto tipo de conductas complejas en los niños y niñas, los juzgamos como un “mal comportamiento” o una “pataleta” y respondemos queriendo que nuestro niño o niña termine esa conducta imponiéndole normas, dándole instrucciones de manera tajante o simplemente evadiéndolo porque no nos sentimos capaces de manejarlo.
¿Qué es una pataleta?
Una pataleta o comportamiento inadecuado responde a una baja tolerancia frente a situaciones que generan frustración, cuando los deseos no son satisfechos de manera inmediata.
Algunos comportamientos que observamos en nuestros niños, y que frecuentemente identificamos como pataletas, son el llanto, los gritos, las agresiones hacia si mismos o hacia otros. Nos inquieta presenciarlos y más nos dificulta entenderlos, ya que muchas veces nuestra respuesta inmediata es querer corregirlos. Debemos saber que toda conducta es una respuesta ante un estímulo, sea por algo que el niño o niña percibe desde el exterior, como por sensaciones que siente en su interior, como las emociones. De esta manera podemos entender aspectos dinámicos de comportamientos como el llanto, gritos, agresiones a si mismos o hacia otros, y así poder otorgarle a nuestros niños el apoyo que requieren.
¿Pero siempre el llanto, el grito, la agresión puede ser considerado como pataleta?

La respuesta a esta pregunta es NO. En ocasiones estas conductas responden a una dificultad para adaptarse a un evento estresor y modular las emociones, por lo que la respuesta se entiende como un desborde emocional o crisis.
Como se mencionó anteriormente, todo comportamiento tiene un por qué; ¿requiere mi atención?, ¿quiere evitar algo?, ¿requiere satisfacer algo?, ¿necesita mi contención? El hacernos esta pregunta nos proporcionará las herramientas que necesitamos para poder actuar acorde a lo que nuestros niños necesitan, diferenciando si es un comportamiento que responde a la dificultad para tolerar las frustraciones o a un déficit en el desarrollo de la modulación afectiva.
El desarrollo afectivo de los niños, niñas y futuros adolescentes es la tarea más importante que tenemos como padres. La principal misión como adultos significativos es educar las emociones de los niños para que desarrollen una regulación afectiva que los ayude a enfrentar diversos desafíos tanto internos como externos.
La tarea de la crianza no es sencilla y requiere de tiempo, paciencia, compromiso y sobre todo comprensión. El desarrollo de herramientas parentales para poder enfrentar situaciones complejas del comportamiento y del desarrollo emocional de nuestros niños, no es algo que viene implícito con el nacimiento de nuestros niños y tampoco son acciones que pueda encontrar en un manual, cada niño y niña es un mundo con sus padres, por lo tanto, los invito a descubrirse y a encontrarse!!!!!
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