El poder desenvolvernos en nuestras actividades cotidianas e interactuar con otros, implica varios procesos neurobiológicos (que involucran la organización de las células del sistema nervioso) que, frecuentemente, son imperceptibles para el ser humano. Sin embargo, estos procesos, al igual que los fisiológicos de nuestro cuerpo, pueden presentar dificultades desde la primera infancia generando distintas formas de percibir la información del entorno creando necesidades que pueden impactar la conducta del niño, influyendo en aspectos básicos como el apego, el desarrollo socio emocional y en sus relaciones interpersonales.
Un concepto relevante para comprender como recibimos los estímulos del medio es el de Integración Sensorial, el cual se define como “el proceso inconsciente por el cual organizamos las sensaciones para usarlas” (Ayres, 2006). Una integración sensorial eficiente, da significado a nuestras experiencias al permitirnos sintonizar la información relevante y desestimar o filtrar la que no es importante. Nos permite responder al mundo que nos rodea con propósito y exitosamente, lo que llamamos “respuesta adaptativa” (Ayres, 2006). Es decir, la integración sensorial es el proceso neurológico que organiza la información que recibimos de nuestro cuerpo y la del medio ambiente para su uso en la vida diaria (Kranowitz, 1998).

Gracias a este proceso, podemos entender la realidad con la que interactuamos diariamente de manera efectiva, de acuerdo a nuestras preferencias o evitando situaciones desagradables, dolorosas o de estrés.
Todos experimentamos las sensaciones de manera diferente, por lo que cada persona posee un perfil sensorial único. Este perfil se asocia a la percepción de la información recibida por nuestros sentidos, en donde encontramos sistemas sensoriales que son conocidos, por ejemplo: la visión, audición, olfato, el gusto y el tacto. Sin embargo, existen otro tipo de sensaciones menos conocidas provenientes de los sistemas propioceptivo y vestibular, que nos informan sobre el lugar que ocupa nuestro cuerpo en el espacio y de su movimiento. Estos dos últimos sistemas sensoriales juegan un rol fundamental dentro de la integración sensorial, pues nos permiten orientarnos en el espacio, mantener el equilibrio, una postura estable, realizar movimientos coordinados, favoreciendo el estado de alerta.
¿Cómo puedo identificar si mi hijo/a presenta necesidades o dificultades de Integración Sensorial?
Entre algunas de las características y conductas propias de niños con dificultades para procesar la información sensorial, podemos encontrar:
Baja tolerancia a los sonidos o ruidos cotidianos (secador de pelo, aspiradora, batidora, otros)
Dificultades para tolerar estímulos luminosos.
Rechazo a olores de alimentos básicos de la dieta de un niño
Se observa reacio al contacto físico, presenta rechazo a texturas de los alimentos.
Temor a separar sus pies del piso (al ser levantado).
Miedo a cambios posturales y movimientos, dificultades de coordinación, búsqueda de movimientos bruscos y problemas de equilibrio.
Tendencia a oler o comer objetos.
Busca sonidos y luces fuertes, entre otras.

¿Qué hago si identifico estas conductas en mi hijo/a?
Si usted ha identificado que el niño (a) presenta alguna de estas características, es importante que informe a su Pediatra, Neurólogo u otro especialista tratante del menor. Para recibir una evaluación es fundamental asistir a un Centro Especializado con profesionales formados en Integración Sensorial (Terapeutas Ocupacionales, kinesiólogos, fonoaudiólogos, entre otros), realizar la aplicación de pruebas que arrojen la información necesaria en relación a la conducta del niño en diferentes contextos y así determinar su perfil sensorial.
Recomendaciones generales para los padres y cómo pueden ayudar desde el hogar
Identificar y reconocer preferencias y necesidades del niño.
Informe a su médico tratante y consulte a un especialista con la mayor información posible observada en relación a qué estímulos estarían interfiriendo en la vida diaria del niño y, por tanto, en su percepción del mundo.
Siga las indicaciones del profesional.
La familia cumple uno de los roles más importantes dentro del proceso de intervención, por lo que los cambios que sean introducidos en la terapia deberán ser replicados en casa para que el niño pueda mantener los logros en todos los ambientes donde participa.
Actividades comunes que se sugieren realizar en el hogar (sólo bajo la indicación o sugerencia de su Terapeuta ocupacional):
1) Para niños que buscan el contacto físico:
a. Tocar objetos y texturas (búsqueda de estímulos táctiles), masajes el uno al otro, uso de elementos como: telas, cepillos suaves, guantes, entre otros.
b. Jugar con plasticina o témpera usando los dedos.
c. Confeccionar una caja de texturas para esconder y buscar tesoros con: porotos, arroz, semillas, fideos u otros elementos que pueda encontrar en el hogar.
2) Para niños que presentan búsqueda de movimiento:
a. Realizar ejercicios desafiantes y con gran energía: (búsqueda estímulos propioceptivos (rebotar, saltar, empujar objetos, aplastar masas y crear figuras, dar compresión). En conjunto, realizar juegos como: la carretilla, jugar con un balón con peso, hacer una carrera de velocidad con objetos con peso, etc.

3) Para niños que buscan actividades de riesgo y con cambios posturales (búsqueda de estímulos vestibulares)
a. Jugar a girar, dar vueltas, mecerse (usar sillas de escritorio con ruedas, patineta, un columpio, otros).
b. Realizar juegos como rodar, escalar, trepar, ya sea en casa como en una plaza cercana.
4) Para niños que buscan sonidos, luces y otros similares (búsqueda de estímulos auditivos y visuales)
a. Escuchar diferentes tipo de música (relajación u otra dependiendo el objetivo).
b. Con instrumentos musicales exploren los sonidos, frecuencias y ritmos.
c. Al jugar, involucre juguetes brillantes, con luces, colores y que sean llamativos de manera inesperada en el juego para facilitar la regulación, la atención en la actividad o como refuerzo positivo.
5) En caso de que el niño presente conductas de rechazo a algún estímulo sensorial (o lo evita), en un contexto seguro de juego, ir presentando estos estímulos de manera gradual intentando acercar texturas suaves inicialmente en el sector corporal, como: algodones, distintos tipos de telas, etc. A medida que los vaya tolerando, progresivamente incorporar texturas mas rugosas, con temperaturas, formas, etc.
En conclusión, el Trastorno del Procesamiento Sensorial (TPS) puede presentarse desde la infancia y requiere ser abordado para desarrollar cambios a nivel de conexiones neuronales de manera temprana. Por lo que la intervención especializada del niño, junto al trabajo de la familia, es fundamental generar las respuestas adecuadas para cada estímulo, sin interferir en el desempeño en tareas cotidianas, favoreciendo la regulación emocional y autonomía.
Por Nicole Plaza, Terapeuta Ocupacional, Centro AMÚN
Si tienes alguna duda respecto a las necesidades sensoriales de tu hijo, no dudes en consultar!
Agenda una hora de evaluación con nuestras Terapeutas Ocupacionales, recibe la asesoría familiar y todo el apoyo en cuanto a la estimulación y desarrollo infantil en Centro AMÚN.
Comments