
La mayoría de los seres humanos experimentamos cierta frustración cada día, ya que es natural que obstáculos interfieran en nuestros planes y objetivos. Sin embargo, no es la presencia de la frustración la que nos hace sentir mal, sino la actitud hacia ella.
En la vida, siempre tendremos que afrontar problemas. Para ello, es importante desarrollar la capacidad creativa para buscar soluciones y continuar hacia delante, por lo que es importante entregar a nuestros hijos herramientas para lograr resolver sus conflictos y tolerar de mejor manera la frustración.
Pero... ¿Qué es la frustración?
Se define como "una vivencia emocional ante una situación en la que una expectativa, un deseo, proyecto o una ilusión no se satisface o no se cumple"
Características:
- Dificultad para controlar las emociones

- Baja capacidad de flexibilidad y adaptabilidad
- Impulsividad e impaciencia
- Exigente y demandante
- Tendencia a pensar de forma muy radical: sólo blanco o negro
- Respuesta inadecuada
- Conducta explosiva por medio del llanto y/o rabia
¿Cuáles son los objetivos de desarrollar tolerancia a la frustración?
Ser capaz de postergar la satisfacción de los deseos de esperar, de respetar los turnos, de sobreponerse cuando algo no sale como se esperaba sin reaccionar impulsivamente.
¿Por qué es importante que los niños sepan sobreponerse a sus frustraciones?
- Aprenderá a valorar lo que tiene y será agradecido con lo que se le entrega.
- Crecerá aprendiendo a convivir en sociedad, compartiendo con otros niños.
- Será paciente y respetará turnos.
- Crecerá con buena autoestima porque será capaz de aceptar sus propios errores, viéndolos como oportunidades de aprendizaje.
- Se relacionará mejor con los demás, ya que no exigirá que actúen como él piensa, será más flexible y tolerante al momento de entender las actitudes y opiniones de los otros.
- No temerá al fracaso, por lo que no tendrá miedo a emprender proyectos.
- Desarrollará su capacidad de resiliencia, logrando la capacidad de salir de situaciones adversas de manera fortalecida.
Entonces... ¿cuáles serían las estrategias para el manejo de la frustración?
Siempre es necesario una pequeña dosis de frustración, ya que es beneficiosa para el crecimiento emocional. Si el niño(a) tiene el afecto y cariño cuando se equivoque, tendrá la seguridad de contar con otros y aprenderá a manejar la frustración de manera adecuada. Algunas estrategias, son las siguientes:
- Evitar la gratificación inmediata: Decir "no" cuando sea necesario, siempre explicando el porqué de la situación.
- Enseñarle a pedir ayuda: Enseñar al niño(a) a encontrar la solución primero, indicándole que lo intente otra vez, cuando el niño(a) no sepa ya que más hacer, hay que decirle que pida ayuda.
- Enseñar a identificar: Debemos enseñar a los niños pequeños a identificar el sentimiento de frustración cuando aparezca "Pedrito está rabioso porque no ha hecho bien esta resta. Inténtalo con otra, tómate más tiempo".
- Reforzar acciones apropiadas: Elógielo cuando utilice una estrategia apropiada ante una situación en la que se espera que actúe impulsivamente.
- Actuar de modelo: Los niños imitan conductas por lo que es importante resolver nuestros conflictos de manera asertiva.
- Tomar conciencia: Como padres, ser consciente de la baja tolerancia del niño(a) y de las razones específicas que la causan en su caso.
- Permitir expresar sus emociones: Ayudar a expresar sus sentimientos y explicar las veces necesarias que equivocarse es normal.
- Aprender a distinguir: Ayudar a distinguir entre sus deseos y necesidades, para que así pueda controlar su impulsividad.
- Establecer límites y metas: Fijarlas según la edad y habilidaes del niño(a).

A medida que los niños van creciendo, tienen mayores oportunidades de desarrollar tolerancia a la frustración. Cada vez que se encuentran con un obstáculo hacia una meta y se les impulsa a manejar la situación por ellos mismo, se les está ayudando a desarrollar la tolerancia. Además, se les ayuda a capacitarse para postergar la gratificación inmediata y así lograr obtener una meta a largo plazo.
Por: Jessica Gómez, Psicóloga Centro Amún
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